
Comunicación
Nos encontramos en un momento de profundas transformaciones en la comunicación, nuestra vida es otra o más concretamente nuestro modo de estar en ella ha tenido un cambio profundo de consecuencias todavía incalculables. Basta hacer algunos clicks y podemos localizar virtualmente a quienes se encuentran muy lejos de nosotros, del mismo modo podemos manejar una información que antes hubiera sido inimaginable obtener con un insignificante esfuerzo. Esto y mucho más está teniendo importantes consecuencias en la subjetividad y en los distintos vínculos que esta establece.
Siempre hubo quejas por la falta de comunicación, lo destacable entonces es cómo se presentan las nuevas formas de estas quejas en el marco de la hiperconexión. La soledad como síntoma por ejemplo, no es un fenómeno actual, el sufrimiento de una soledad no soportable siempre ha existido, lo que resulta paradójico en este tiempo es el aumento de patologías cada vez más creciente a la hora de confrontar las nuevas soledades que muestran la paradoja de cómo en las sociedades actuales el incremento de la interacción va parejo a una percepción de soledad cada vez mayor.
Una misma cosa puede tomar distintas direcciones, dirigirse a lo mejor y a lo peor. No siempre logramos orientar las cosas del lado de la vida, de ahí buena parte de los fracasos en muchos vínculos que desorientan las existencias y cuyos padecimientos escuchamos los clínicos.
Muros en definitiva que separan a hombres, mujeres, padres, madres, hijos, amigos, vecinos, compañeros de trabajo… La lista es tan amplia como posibilidades de relaciones puede establecer el género humano. Hablando ocasionalmente podemos sentir que no entendemos pero no mucho más que otras tantas veces donde el malentendido gana la partida.
Tener a mano la disposición de una fácil conexión como ocurre en la actualidad, no garantiza el tratamiento que conviene al desvelamiento de lo que se puede tornar insoportable en la soledad y en otras tantas cuestiones, más bien introduce una satisfacción engañosa, de carácter inmediato y que suele dejar un poso de expectativas frustradas, no es muy extraordinario considerar por tanto que estas frustraciones acaben encontrando el canal por donde manifestarse.
Esa variedad de manifestaciones es atendida por la escucha de un psicoanalista, que lo es, no solo por presentarse como tal, sino por haber hecho la experiencia del inconsciente y haber dado pruebas fehacientes del saber que de dicha experiencia puede extraerse.
No solo será terapéutico sentirse escuchado, que también, sino que en la medida que se den las condiciones para orientar la dirección de una cura, quien pide consulta, puede encontrar la oportunidad de sorprenderse del poder de las palabras que le afectan de modo único y también, de lo que ellas no alcanzan, en definitiva, una elaboración muy ventajosa para tratar innumerables síntomas que no dejan de anunciar una crisis que está gestándose, a punto de estallar o bien bajo el peso de lo que se presenta para cada uno una vez esta estalló.